sábado, 19 de enero de 2008

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Almas desencontradas
Esperaba una respuesta que no estaba dispuesta a dar. Realmente no lo sentía, y supe que no debía jugar con él. Hace algún tiempo yo había estada en su mismo lugar, y por eso, lo comprendí. Sé lo que es no ser correspondida, y duele. Aún me duele. Pero qué decirle a esa mirada llena de un verdadero amor... simplemente lo que merece, la verdad. Es lo justo para ambos. De qué vale enredarse en una historia falsa, si el resultado es lo predecible. Será que no me gusta perder tiempo, ni hacérselo perder a nadie.

Beto
Sólo sol. No hay ni un recoveco de sombra en este palacio de ladrillo y cemento. Las flores se marchitan y los animales huyen. Desde la ventana miro pasar la vida, suponiendo que es mejor estar aquí adentro que allí afuera. Ayer por la noche salí en busca de un compañero y encontré penumbra y barro. Calles inundadas de un vacío sofocante. Grité su nombre cientos de veces pero no hubo caso, se fue. Si me preguntás, pienso en la muerte. En su muerte, y en lo que podría haber evitado.
No hay consuelo para quien sabe que se equivocó. Lo único cierto en mi mundo, es que lo evoco constantemente y de nada sirve. Se precipitan lágrimas caen de mis ojos, y una severa angustia me oprime el pecho. Precisamente ahora me duele la cabeza, es un nuevo recuerdo. Es el deseo de no estar aquí. Al parecer es la nueva propuesta que se me presenta este año. Despojarme de lo viejo. Pensé que nada mas regía para lo material, me di cuenta que no. Él es de carne y hueso. Tiene cuatro patas, le gusta la palta y estuvo junto a mí durante diez años. En el presente inmediato me queda de él algunas huellas en mi ventana. Ayer desapareció
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Independencia
Ecos. Nada más que ecos, caminé sobre ellos y un sinfín de imágenes penetraron en el mundo de cuadros. Mi niñez intacta, mis padres y hermanos; mi antes novio y yo: Ahora mujer. Cerré la puerta y retrocedí engañada por esos misterios que enredaron mi vida. Plena de angustias, mis quince años inmersos en reflexiones y en un nuevo despertar de conciencia. Pero eso fue el pasado, y estoy en el presente escuchando mi corazón que pide a gritos un nuevo desafío que se aproxima. Casi pisan mis talones los veinte años y surgen en mí otras propuestas.