miércoles, 10 de junio de 2009

Carta Abierta para el Beso Primero



Catorce años: un beso primero. Nervios; pasillo. Leve roce y un cerrar de ojos. Suave, dulce…”baboso”. Una palmada, encuentro de miradas. Beso.

Pienso “guau, esto era?”. Silencio de tumba. Nuevas risas, frases preparadas. Sonrojo. Manos, elogios. Nuevas risas, nuevas frases desconocidas.
-¿Queres una Coca?, dice. -No, gracias. No tomo.- Digo. Dice entre risas:- Pero no tiene alcohol. Una Coca, Fanta… preferís agua mejor? Muerta de vergüenza-Claro, sé que no tiene alcohol. Jugo prefiero.

Silencio de tumba.

-¿Me das otro beso, que son muy ricos?- dice con un dejo de timidez y audacia.
-No me preguntes, dámelo.- digo, mientras siento como sube un calor intenso que se traduce en un tono colorado que va a parar a mis mejillas.
Ahora sentados. Música y un club antes colegio. Mi ex colegio. Ellas espían, se ríen. Mi hermano Diego en un rincón observa, después de un rato grita: “Adrián no te hagas el vivo”.
Lo miro, Diego mira. Le hago un gesto de ¡shh, cállate! Él me insinúa un qué te importa, es mi deber de hermano.

Por dentro le agradezco, me generó ternura.


Mientras tanto él me habla de no sé qué. Yo recuerdo los movimientos que ejecuté en el beso, pienso “quizá no estuve tan mal, con el tiempo espero mejorar”.
No deja de hablar, habla de la transparencia de mis ojos, (chamuya). “uff quiero ir con las chicas- belu, gere y gua- a bailar el meneaito”, pensé. Él me admiraba sentado, decía y re decía; yo agrandadísima – Disculpa, ¿te jode si vuelvo en un rato?-

No volví.


Días, meses. Casi un año. Algunos quilombos en casa. Tocan timbre, atiendo apurada (últimos minutos de “Rebelde way”) - ¿Quién es?- “Adrián”, contesta.
Pensé, “la puta madre estoy con el camisón de flores que me hizo la abuela”. Recurso: bata de dormir que llega hasta el piso.
-Hola, ¡qué sorpresa! –
Él, con tono irónico -Desde el año pasado que te estoy esperando-
Colorada, tartamuda y torpe. Mamá me interrumpe- Hacelo pasar Flor, y cerrá la puerta que hace frío.-
Pensé de nuevo, “Carajo, justo hoy a esta hora, con este camisón y el pelo un desastre…”-eh…pasá-
Y pasó…puf casi tres años pasó…mi adolescencia, la suya. El miedo, la contención, el cuidado, el juego…

-Me haces mimitos hasta que me duerma que me duele la panza-
-Sí, Florcita.


Colores, hadas. Un cuarto, poesía. Sus caricias, las mías: descubrir, desear. Esconder. Miedo. “Yo te espero”, gracias.
Niños aún, adultos en la mayoría de las veces. Mucha vorágine. QUE SÍ, QUE NO.
“No estamos bien, nos esperamos” Sí, ambos sí. Bueno, gracias.
Algo así fue…hoy solo lo bueno. Cuando nos vemos nos reímos, resignados: hay un contrato de alma.
Con el tiempo me di cuenta de que fue una relación muy, muy…suya y mía. Sí, con esas características. Hoy mientras te despido, pienso en todo lo bello que vivimos aunque antes estaba empeñada en recordar lo supuestamente malo.
Fuiste el compañero que necesité en ese momento. Ahora, qué somos? Amigos…mmm no creo.

Sólo sé que te quiero mucho por lo que fuiste, y me alegra que haya sido con vos el despertar de
mis primeros “sentires”.

Te deseo mucha energía positiva, ojalá que puedas dejar atrás aquello que aún no podés soltar.
Un abrazo pendejo! Y suerte con ella.

Flora.

lunes, 1 de junio de 2009

Olvido

A buena hora lo vine a encontrar. Por un momento creí haberlo perdido, luego me di cuenta de que seguía entre mis cosas. Sucede que no logro retener información por mucho tiempo. Es algo que me vienen diciendo de chico, y yo cumplo a raja tabla con ese decreto: me olvido de la mayoría de las cuestiones importantes. Hay quienes dicen que esa extraña habilidad es un mecanismo de defensa de mi mental. Pues, por el contrario, pienso que si es cierto dicho supuesto, soy el mayor beneficiario de la humanidad.

El inconveniente se presenta cuando no recuerdo el por qué de ciertas acciones llevadas a cabo en mi presente, o repercusiones negativas de viejas decisiones, o lo peor de todo, sentimientos que creí vivir y no tengo memoria emotiva de ellos. Solo una leve sensación que rápido se desvanece, como un trago amargo. Entonces me digo “no sé cuánto alegrarme de esta innata incapacidad”

Justo cuando comienzo con el replanteo, apareces vos. Claramente alguna vez te dije que no despertabas nada en mí. Cruelmente pronuncié unas palabras que fueron a dar en algún sitio de tu interior “no me pasa en el cuerpo”, al instante de modelarlas ante tus ojos, vi en tu expresión un dejo de tristeza. Pero cómo describir esa sensación del no correspondido, porque va más allá de la tristeza, es un sentir agobiante y hostigador.

Hay quienes tienen mayor fortaleza, otros se revuelcan en un lodo eterno que parece suprimir toda lógica. Nadie entiende el por qué de muchas cosas, pero existen y se hacen carne en cada paso.
El enigma a develar, es el de una supuesta felicidad que se consigue en esta dimensión terrenal.